COPOS DE NIEVE.
Uno debería ser
como un copo de nieve.
Único, solitario, leve.
Dejarse llevar
por el viento
y por la gravedad.
Viajar por el aire
y por el tiempo.
Y después caer,
caer.
Y nada más.
II
Pero no,
nosotros queremos
siempre más.
Queremos ser las nubes
queremos ser el viento
queremos ser el tiempo
queremos ser la gravedad.
Y queremos
que los otros copos de nieve
sean nuestros
y que hagan nuestra voluntad.
Y quisiéramos ser
de fuego.
(Caleidoscopio de colores).
Las estrellas.
O las hojas de un árbol
o sus frutos
o sus sabores.
Y desdeñamos
nuestra vida.
Y nos creemos superiores.
Y creemos ser el monte
o la montaña
o el mundo entero.
O la aurora boreal
del sur y el norte.
Nos transformamos
en demonios.
Pero nos creemos dioses.
Nos autonombramos
dueños del universo
y sus alrededores.
Ignorando nuestra levedad.
Nuestra naturaleza finita
de ser
sólo polvo de nieve que cae.
Brizna congelada del agua
de una nube triste y con frío
a la que le dio por llorar.
Diseminando en su drama
sus delicados copos de nieve.
Únicos, solitarios, leves.
Arrastrados por el viento
y por la gravedad.
Viajando por el aire
y por el tiempo.
Para caer flotando…
Y caer.
Y caer.
Y caer…
Y nada más…
.
Uno debería ser
como un copo de nieve.
Único, solitario, leve.
Dejarse llevar
por el viento
y por la gravedad.
Viajar por el aire
y por el tiempo.
Y después caer,
caer.
Y nada más.
II
Pero no,
nosotros queremos
siempre más.
Queremos ser las nubes
queremos ser el viento
queremos ser el tiempo
queremos ser la gravedad.
Y queremos
que los otros copos de nieve
sean nuestros
y que hagan nuestra voluntad.
Y quisiéramos ser
de fuego.
(Caleidoscopio de colores).
Las estrellas.
O las hojas de un árbol
o sus frutos
o sus sabores.
Y desdeñamos
nuestra vida.
Y nos creemos superiores.
Y creemos ser el monte
o la montaña
o el mundo entero.
O la aurora boreal
del sur y el norte.
Nos transformamos
en demonios.
Pero nos creemos dioses.
Nos autonombramos
dueños del universo
y sus alrededores.
Ignorando nuestra levedad.
Nuestra naturaleza finita
de ser
sólo polvo de nieve que cae.
Brizna congelada del agua
de una nube triste y con frío
a la que le dio por llorar.
Diseminando en su drama
sus delicados copos de nieve.
Únicos, solitarios, leves.
Arrastrados por el viento
y por la gravedad.
Viajando por el aire
y por el tiempo.
Para caer flotando…
Y caer.
Y caer.
Y caer…
Y nada más…
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